En Venezuela, el hallazgo en una región semidesértica de esqueleto del roedor más grande del planeta, de hábitos acuáticos y una antigüedad de unos 8 millones de años, contribuye junto con los registros fósiles de Brasil a soportar la hipótesis sobre la existencia de un gran río llanero que fluía paralelamente a la Cordillera de los Andes hacia el norte de América del Sur, desembocando en el Caribe.
En el Museo Paleontológico de Coro, se muestra el esqueleto del fósil bautizado Goya, en honor al lugar del hallazgo.
El doctor Orangel Aguilera dirige el proyecto Paleontológico de Venezuela.
Las investigaciones paleontológicas en Venezuela toman un gran impulso con el hallazgo de lo que se considera tanto el roedor más grande del mundo como el primer esqueleto completo en América de un roedor gigante (Phoberomys pattersonii), de unos 3 metros de longitud, 1,30 de alto y un peso de 500 kilos, y de una antigüedad estimada en 8 millones de años, correspondiente al mioceno superior.
El hallazgo, que atrae hacia Venezuela a infinidad de científicos dedicados a los estudios de paleontología, arqueología y antropología, interesados en conocer detalles del mismo, tuvo lugar en la región semidesértica de Urumaco, en el estado Falcón, al occidente del país, por parte de un grupo de expertos de la Universidad Francisco de Miranda, que vienen trabajando desde 1980 en el Proyecto Paleontológico de Venezuela, coordinado por el doctor (PHD) en zoología Orangel Aguilera.
Junto con el Instituto del Patrimonio Cultural, se vienen estudiando desde entonces los yacimientos fosilíferos del país; y aunque se ha encontrado otros restos animales prehistóricos, especialmente molares y esqueletos, ninguno como este que atrae la atención de la comunidad científica internacional en estos momentos.
La expedición para realizar el rescate del material depositado, así como para el debido reconocimiento del área, basados en informaciones suministradas por el descubridor del roedor gigante, el técnico en geología Rodolfo Sánchez sobre la presencia de fósiles en el área, contó, además de Sánchez, con la participación de los científicos Orangel Aguilera y Dione Rodríguez, así como del técnico en paleontología Julio Reyes, y de los científicos invitados Jean Bocquetín, pionero de los estudios paleontológicos en Urumaco; Alceu Ramzi, de la Universidad de Acre de Brasil, y del biólogo Ascanio Rincón, de la Universidad del Zulia. Todos forman parte del grupo que viene desarrollando el estudio de paleocología neotropical, en la Península de Paraguaná, Urumaco, así como en Araya y las islas de Margarita y Cubagua, en el extremo oriental del país, donde han tenido lugar también otros importantes hallazgos de fauna fósil, especialmente 140 especies de peces.
El hallazgo
Rodolfo Sánchez, a punto de graduarse de geólogo en la Universidad del Zulia y nativo de la región de Urumaco, contó que en octubre del año pasado, acompañado de alumnos del Instituto Universitario de Tecnología en Maracaibo, caminó alrededor de 4 horas hasta el sitio paleontológico de Urumaco en busca de restos fosilizados.
Fue en esa oportunidad cuando por casualidad se topó con el roedor, pero no fue sino hasta mayo cuando los expertos, con el equipo adecuado para su extracción, confirmaron la existencia del ejemplar más grande de los cuatro hallados en la misma región, del Phoberomys pattersonii, bautizado Goya, en honor al sitio donde fue encontrado, cuyos huesos se estiman completos en un 90 por ciento. La confirmación de que se trata del roedor más grande encontrado hasta ahora, se hizo con la consulta del especialista uruguayo Álvaro Mones, quien ya había descrito la especie Phoberomys pattersonii, como la del mayor tamaño entre los roedores prehistóricos. Su sucesor inmediato es conocido como Dinomys branick, una especie en extinción, cuyos especimenes han sido avistados en el estado Táchira, de Venezuela, así como en Brasil y Colombia.
El equipo interdisciplinario e interinstitucional experto en moluscos, peces, crustáceos, vertebrados continentales y fluviales, coordinado por el doctor Aguilera, identificó los lugares desde el punto de vista geológico, estratigráfico y paleontológico, así como a cada uno de los fósiles que se hallaron.
Otros descubrimientos
En esa región semidesértica los afloramientos han aportado los registros fósiles más importantes de vertebrados de la época Terciaria de Venezuela. Su amplia diversidad faunística ancestral, representada por roedores, y perezas gigantes, armadillos, tortugas, gaviales, cocodrilos, peces y manatíes, entre otros, sirven de base de referencia para el estudio del intercambio faunístico americano y de las condiciones paleoecológicas existentes en ese tiempo.
Su fauna dulce-acuícola del mioceno tardío (6,5 millones de años), representada por manatíes, bagres, tiburones, rayas, toninas, tortugas y cocodrilos, ha servido de referencia para los trabajos de investigación de paleontología marina de Aguilera, los cuales han sido aceptados por el Smithsonian Tropical Research Institute. Constituye además el mejor testimonio de la existencia del curso de agua dulce, asociado con el Paleo-Orinoco-Amazonas y su encuentro con el Mar Caribe.
Además del roedor Goya, también fue hallada en Urumaco, en 1976, una tortuga considerada en su momento como la más grande del planeta, de 2,18 metros de longitud, y cuyo registro fósil corresponde al Terciario, específicamente al mioceno tardío. Este ejemplar reposa en un museo estadounidense. Sin embargo, en la ciudad de Coro se encuentra un ejemplar localizado en 1992, que alcanzó 3,3 metros de longitud y 2,10 metros de ancho.
También en Urumaco han sido encontradas especies inéditas, como el cocodrilo gavial, el cocodrilo rostro de pato, dos especies de tortugas, el perezoso gigante, así como el bagre cajaro.
Análisis de micropaleontología
En el Museo Palenteológico de Coro, capital del estado Falcón, se encuentra el esqueleto del enorme roedor, donde es objeto de análisis de micropaleontología con el propósito de determinar con exactitud su edad promedio. Los estudios son adelantados por expertos del centro de investigaciones en arqueología, antropología y paleontología, dependiente de la Universidad Francisco de Miranda, como Orangel Aguilera, y los científicos brasileños Alceu Ramzi y Jean Bocquentin.
Según lo indicó Aguilera, este ejemplar no sólo tiene estructuras de diagnóstico como son los molares y parte del cráneo, sino que está dotado de extremidades posteriores y vértebras, que en su conjunto permiten una descripción completa de lo que fue este animal en el pasado.
La descripción inicial fue una anatómica pieza por pieza, donde las características de sus dientes permiten al grupo de científicos deducir que se trataba de un herbívoro que se alimentaba de gramíneas y de plantas acuáticas. El resto del esqueleto confirmó que se trataba de una animal hembra, con cola y las patas traseras más grandes que las delanteras. Su gran talla explica por qué tenía hábitos semiacuáticos, pues se supone que al igual que otros animales de gran tamaño necesitaban mojarse y revolcarse en el barro para soportar mejor el calor.
El estudio será publicado en una revista especializada en la que el editor los someterá a árbitros anónimos de prestigio internacional, quienes corroborarán el contenido del artículo y del descubrimiento.
De acuerdo con la información suministrada por los científicos que participan en los análisis paleontológicos en la mencionada región, fundamentado en el registro fósil de Brasil y Venezuela, se fortalece la hipótesis sobre la existencia de un gran río llanero (Paleo-Orinoco, Paleo-Amazonas) que fluía paralelamente a la Cordillera de los Andes hacia el norte de América del sur, desembocando en el Caribe, en el área actual de la región de Urumaco.
La hipótesis de la existencia de ese gran río, se afianza fundamentalmente, en la comparación de las evidencias paleontológicas descubiertas por los especialistas de las universidades de Acre y Nacional Experimental Francisco de Miranda. Según lo indica el doctor Aguilera, los especímenes de la fauna encontrados son del mismo período (entre 8 y 10 millones de años atrás) y muy similares a los que se hallaron en la región de Acre, frontera de Brasil con Perú, que es hoy una selva tropical, y a los de Urumaco, que es una zona árida.
De acuerdo con lo descrito por vez primera por la profesora María Díaz de Gamero en 1996, lo que permitió llegar a la hipótesis del gran río Paleo-Orinoco-Amazonas, son las especies idénticas de peces de la misma época que se han encontrado a lo largo de toda Sudamérica, como es el caso del bagre cajaro, del cual se han encontrado ejemplares en Urumaco y localidades de Colombia y Perú.
Además del enorme roedor, han encontrado esqueletos asociados a cocodrilos, a gaviales y a dos tipos de bagres. Los cráneos fósiles del bagre cajaro coinciden con los cráneos fósiles de formación salimoes, que descubrió el doctor Bocquetin en Brasil, y que es conocido hoy día en el Orinoco, en el Esequibo y el Amazonas. Asimismo, los restos de bagre sierra de Urumaco coinciden con los descubiertos por el doctor Lunderberg en la frontera entre Perú y Brasil, en la misma cuenca de Acre.
Orangel Aguilera, quien forma parte del equipo multidisciplinario Panamá Paleontology Projet, donde participan especialistas de toda América Latina, es el encargado de hacer las clasificaciones de todos los peces recolectados, indicó que en los levantamientos de las cuencas sedimentarias de Venezuela, donde se han practicado estudios geológicos, estratigráficos y geocronológicos; se ha contado con el apoyo internacional del Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales.
En el Museo Paleontológico de Coro, se muestra el esqueleto del fósil bautizado Goya, en honor al lugar del hallazgo.
El doctor Orangel Aguilera dirige el proyecto Paleontológico de Venezuela.
Las investigaciones paleontológicas en Venezuela toman un gran impulso con el hallazgo de lo que se considera tanto el roedor más grande del mundo como el primer esqueleto completo en América de un roedor gigante (Phoberomys pattersonii), de unos 3 metros de longitud, 1,30 de alto y un peso de 500 kilos, y de una antigüedad estimada en 8 millones de años, correspondiente al mioceno superior.
El hallazgo, que atrae hacia Venezuela a infinidad de científicos dedicados a los estudios de paleontología, arqueología y antropología, interesados en conocer detalles del mismo, tuvo lugar en la región semidesértica de Urumaco, en el estado Falcón, al occidente del país, por parte de un grupo de expertos de la Universidad Francisco de Miranda, que vienen trabajando desde 1980 en el Proyecto Paleontológico de Venezuela, coordinado por el doctor (PHD) en zoología Orangel Aguilera.
Junto con el Instituto del Patrimonio Cultural, se vienen estudiando desde entonces los yacimientos fosilíferos del país; y aunque se ha encontrado otros restos animales prehistóricos, especialmente molares y esqueletos, ninguno como este que atrae la atención de la comunidad científica internacional en estos momentos.
La expedición para realizar el rescate del material depositado, así como para el debido reconocimiento del área, basados en informaciones suministradas por el descubridor del roedor gigante, el técnico en geología Rodolfo Sánchez sobre la presencia de fósiles en el área, contó, además de Sánchez, con la participación de los científicos Orangel Aguilera y Dione Rodríguez, así como del técnico en paleontología Julio Reyes, y de los científicos invitados Jean Bocquetín, pionero de los estudios paleontológicos en Urumaco; Alceu Ramzi, de la Universidad de Acre de Brasil, y del biólogo Ascanio Rincón, de la Universidad del Zulia. Todos forman parte del grupo que viene desarrollando el estudio de paleocología neotropical, en la Península de Paraguaná, Urumaco, así como en Araya y las islas de Margarita y Cubagua, en el extremo oriental del país, donde han tenido lugar también otros importantes hallazgos de fauna fósil, especialmente 140 especies de peces.
El hallazgo
Rodolfo Sánchez, a punto de graduarse de geólogo en la Universidad del Zulia y nativo de la región de Urumaco, contó que en octubre del año pasado, acompañado de alumnos del Instituto Universitario de Tecnología en Maracaibo, caminó alrededor de 4 horas hasta el sitio paleontológico de Urumaco en busca de restos fosilizados.
Fue en esa oportunidad cuando por casualidad se topó con el roedor, pero no fue sino hasta mayo cuando los expertos, con el equipo adecuado para su extracción, confirmaron la existencia del ejemplar más grande de los cuatro hallados en la misma región, del Phoberomys pattersonii, bautizado Goya, en honor al sitio donde fue encontrado, cuyos huesos se estiman completos en un 90 por ciento. La confirmación de que se trata del roedor más grande encontrado hasta ahora, se hizo con la consulta del especialista uruguayo Álvaro Mones, quien ya había descrito la especie Phoberomys pattersonii, como la del mayor tamaño entre los roedores prehistóricos. Su sucesor inmediato es conocido como Dinomys branick, una especie en extinción, cuyos especimenes han sido avistados en el estado Táchira, de Venezuela, así como en Brasil y Colombia.
El equipo interdisciplinario e interinstitucional experto en moluscos, peces, crustáceos, vertebrados continentales y fluviales, coordinado por el doctor Aguilera, identificó los lugares desde el punto de vista geológico, estratigráfico y paleontológico, así como a cada uno de los fósiles que se hallaron.
Otros descubrimientos
En esa región semidesértica los afloramientos han aportado los registros fósiles más importantes de vertebrados de la época Terciaria de Venezuela. Su amplia diversidad faunística ancestral, representada por roedores, y perezas gigantes, armadillos, tortugas, gaviales, cocodrilos, peces y manatíes, entre otros, sirven de base de referencia para el estudio del intercambio faunístico americano y de las condiciones paleoecológicas existentes en ese tiempo.
Su fauna dulce-acuícola del mioceno tardío (6,5 millones de años), representada por manatíes, bagres, tiburones, rayas, toninas, tortugas y cocodrilos, ha servido de referencia para los trabajos de investigación de paleontología marina de Aguilera, los cuales han sido aceptados por el Smithsonian Tropical Research Institute. Constituye además el mejor testimonio de la existencia del curso de agua dulce, asociado con el Paleo-Orinoco-Amazonas y su encuentro con el Mar Caribe.
Además del roedor Goya, también fue hallada en Urumaco, en 1976, una tortuga considerada en su momento como la más grande del planeta, de 2,18 metros de longitud, y cuyo registro fósil corresponde al Terciario, específicamente al mioceno tardío. Este ejemplar reposa en un museo estadounidense. Sin embargo, en la ciudad de Coro se encuentra un ejemplar localizado en 1992, que alcanzó 3,3 metros de longitud y 2,10 metros de ancho.
También en Urumaco han sido encontradas especies inéditas, como el cocodrilo gavial, el cocodrilo rostro de pato, dos especies de tortugas, el perezoso gigante, así como el bagre cajaro.
Análisis de micropaleontología
En el Museo Palenteológico de Coro, capital del estado Falcón, se encuentra el esqueleto del enorme roedor, donde es objeto de análisis de micropaleontología con el propósito de determinar con exactitud su edad promedio. Los estudios son adelantados por expertos del centro de investigaciones en arqueología, antropología y paleontología, dependiente de la Universidad Francisco de Miranda, como Orangel Aguilera, y los científicos brasileños Alceu Ramzi y Jean Bocquentin.
Según lo indicó Aguilera, este ejemplar no sólo tiene estructuras de diagnóstico como son los molares y parte del cráneo, sino que está dotado de extremidades posteriores y vértebras, que en su conjunto permiten una descripción completa de lo que fue este animal en el pasado.
La descripción inicial fue una anatómica pieza por pieza, donde las características de sus dientes permiten al grupo de científicos deducir que se trataba de un herbívoro que se alimentaba de gramíneas y de plantas acuáticas. El resto del esqueleto confirmó que se trataba de una animal hembra, con cola y las patas traseras más grandes que las delanteras. Su gran talla explica por qué tenía hábitos semiacuáticos, pues se supone que al igual que otros animales de gran tamaño necesitaban mojarse y revolcarse en el barro para soportar mejor el calor.
El estudio será publicado en una revista especializada en la que el editor los someterá a árbitros anónimos de prestigio internacional, quienes corroborarán el contenido del artículo y del descubrimiento.
De acuerdo con la información suministrada por los científicos que participan en los análisis paleontológicos en la mencionada región, fundamentado en el registro fósil de Brasil y Venezuela, se fortalece la hipótesis sobre la existencia de un gran río llanero (Paleo-Orinoco, Paleo-Amazonas) que fluía paralelamente a la Cordillera de los Andes hacia el norte de América del sur, desembocando en el Caribe, en el área actual de la región de Urumaco.
La hipótesis de la existencia de ese gran río, se afianza fundamentalmente, en la comparación de las evidencias paleontológicas descubiertas por los especialistas de las universidades de Acre y Nacional Experimental Francisco de Miranda. Según lo indica el doctor Aguilera, los especímenes de la fauna encontrados son del mismo período (entre 8 y 10 millones de años atrás) y muy similares a los que se hallaron en la región de Acre, frontera de Brasil con Perú, que es hoy una selva tropical, y a los de Urumaco, que es una zona árida.
De acuerdo con lo descrito por vez primera por la profesora María Díaz de Gamero en 1996, lo que permitió llegar a la hipótesis del gran río Paleo-Orinoco-Amazonas, son las especies idénticas de peces de la misma época que se han encontrado a lo largo de toda Sudamérica, como es el caso del bagre cajaro, del cual se han encontrado ejemplares en Urumaco y localidades de Colombia y Perú.
Además del enorme roedor, han encontrado esqueletos asociados a cocodrilos, a gaviales y a dos tipos de bagres. Los cráneos fósiles del bagre cajaro coinciden con los cráneos fósiles de formación salimoes, que descubrió el doctor Bocquetin en Brasil, y que es conocido hoy día en el Orinoco, en el Esequibo y el Amazonas. Asimismo, los restos de bagre sierra de Urumaco coinciden con los descubiertos por el doctor Lunderberg en la frontera entre Perú y Brasil, en la misma cuenca de Acre.
Orangel Aguilera, quien forma parte del equipo multidisciplinario Panamá Paleontology Projet, donde participan especialistas de toda América Latina, es el encargado de hacer las clasificaciones de todos los peces recolectados, indicó que en los levantamientos de las cuencas sedimentarias de Venezuela, donde se han practicado estudios geológicos, estratigráficos y geocronológicos; se ha contado con el apoyo internacional del Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales.
OEI
Fuente:
Por Gilberto Carreño,
Corresponsal del Servicio Informativo Iberoamericano de la OEI,
Caracas, Venezuela.-
Junio del 2000
http://www.oei.org.co/nuevo%20sii/nentrega5/art04.htm
buenas tardes me parece q este es muy buen articulo y todo el contnido del blog es muy interesante, soy de urumaco y tuve la oportunidad de ver a este roedor antes q se lo llevaran para estudiarlo, es enorme
ResponderEliminarsi te gusto
EliminarSerán traídos al país los restos de la tortuga encontrada y que reposan en un Museo de Estados Unidos ?
ResponderEliminarbuenas tardes soy el profesor. carlos peña, tengo un hueso que me regalaron, que presumo debe ser un fosil, de la parte de la rotula de un animal, tiene la forma y el tamaño aproximado de un craneo humano. para cualquier informascion este es mi correo. carlos_g_pena@hotmail.com.
ResponderEliminarEsos fósiles no están en Coro, en el museo solo se exhiben restos de mastodontes y perezosos
ResponderEliminarSí, este artículo es del año 2000 y ahí dice que fueron encontrados en 1999, así que tiene más de 12 años desactualizado, de seguro están haciéndole estudios en otro país o está en otro museo, no tenemos información de donde exactamente se encuentra el roedor más grande del planeta, pero lo que sí sabemos es que es relevante para la paleontología y no debe estar perdido.
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